Thursday, August 24, 2006

One of These Days

Hoy es uno de esos días en que:

- Me siento como Donnie Darko, con todo y la maravillosa versión de “Mad World” de Michael Andrews de fondo. Algo loco y algo oscuro. Pero sobre todo, deliciosamente pesimista.
- Me pregunto cuanta gente, como yo, habrá llorado la primera vez que escuchó “Skatterbrain” de Radiohead.
- Quisiera ser mejor hábil pizzero que escritor. Así prepararía una suculenta y dorada pizza con rucula y crudo mientras canto Torna a Surriento, en lugar de deprimirme buscando información sobre el campo de concentración de Sachsenhausen.
- Berlín está nublado y me gusta.
- Quisiera, como Roberto Carlos, tener un millón de amigos, pero no para “más fuerte poder cantar”, sino para hacer un partido político-apolítico que se limite a buscar y hallar conciliaciones en México. Idealista y naive y estúpido, sí, ¿Y qué? ¿A poco no se les antoja hacer lo mismo?
- Quisiera bailar como Nick Cave en su video de Breathless. O mejor dejémonos de tonterías: Quisiera ser Nick Cave incluso más que pizzero (de preferencia cuando andaba con P.J. Harvey). O mejor todavía: Quisiera ser Nick Cave y prepararle una pizza a P.J. Harvey al tiempo que bailo Breathless.
- Tengo algo de ansiedad por volver a México. Cinco meses pueden pasarse como cinco décadas. Más en México: El mejor lugar en la Tierra en el que puede habitar un fantasma; ¿Qué continuará todavía del sitio que dejé hace tres años?
- Recuerdo que, "One of These Days", de Pink Floyd, tiene como única letra aquella de: “One of these days I’m going to cut you into little pieces”, y me da miedo.
- Escribo para volar, aunque no pueda evitar el descalabro.

Thursday, August 17, 2006

Deconstruyendo a Monterroso

Cuando despertó, el plantón todavía estaba allí.

Wednesday, August 09, 2006

Canciones del Corazón

“Para que el ocio de un mal no te mate, estás en la obligación de asesinar a tu propio tiempo con la determinación de un cruel dictador”, algo así me decía mi abuelo hace muchos años, cuando ya había alcanzado el grado de veterano en visitas a las salas de urgencias. Entre el tedio y ligeras punzadas en el pecho, me acordé de sus palabras mientras clavaba la mirada en la cúpula de una iglesia que podía verse desde mi habitación del hospital, y fue en ese momento que decidí revolucionar nuevamente la máquina antes de que empezara a oxidarse. Curiosamente, una de las primeras cosas que hice fue tratar de recordar mentalmente canciones cuyo título llevara la palabra corazón o su variante en inglés, heart (no me quise meter con los Herz, cuore, coeur y un largo etcétera), lo que con el tiempo pasó a convertirse en una lista de diez canciones que incluiré en la columna que tengo en la revista Switch (Los Clavados) y que será publicada dentro de dos o tres meses. Por obvias razones, no puedo colgar aquí dicho texto. Sin embargo, lo que sí les puedo mostrar son aquellos temas que al final, por espacio o simplemente porque no me gustaron, no quedaron:
- Heart-Shaped Box. Me gusta Nirvana y me gusta esta canción, pero sabía que si metía ésta y no ninguna de las otras diez que escogí me arrepentiría para siempre. La saqué con los ojos cerrados y con todo el dolor –literal- de mi corazón. Quiero pensar que es la onceava invisible e imposible en una lista de diez temas.
- Your Cheatin’ Heart. Justo ahora paso por un momento de “conociendo el Oeste Americano”. Empecé, sin embargo, de atrás hacia delante, cada vez despreciando más a los cuatreros pepinos y optimistas, como Kenny Rogers (salvado apenas por un par de temas) y amando más a los Jayhawks, The Broken Family Band y Johnny Cash, todos ellos vaqueros oscuros y de corazón desgarrado. Hank Williams me parece el abuelo, entre líneas, de estos últimos, pero apenas lo estoy dilucidando, así que mejor lo dejo para cuando esté seguro del todo.
- Lily, Rosemary and the Jack of Hearts. Bob Dylan es otro fenómeno virtuoso de discografía monumental. Ya alguna vez me pasó lo mismo con Frank Zappa: es imposible conocerlo todo. Sin embargo, para Dylan sí que tengo más paciencia que para las exquisitas locuras zappianas. Si la vida me lo concede (eso espero), me puedo ir de a disco por año, aprovechando que todavía me salen las cuentas.
- Queen of Hearts. “A pop/country hit of 1981” se puede leer en Wikipedia. Y pues sí, la verdad es que me gustaba esta melodía de una tal Juice Newton y el video, en una cantina y con cartas y malosos, todavía más. De hecho no puedo decir que actualmente me disguste, pero incluirla sería como meter una de Dolly Parton y pues ya expliqué que no soy del bando de los happy cowboys.
- Two Hearts. Ah sí, pero preferiría escuchar a Willy Nelson y sus secuaces por más de tres días seguido que someterme a más de tres temas de Phil Collins. Conozco a un amigo que asegura no poder confiar en nadie que sea en verdad fanático de “Filiberto Colinas”, que es como lo llama. Yo no llego a tanto, y además me parce que Against all Odds es gran canción, pero sí que pienso que Collins se veía mucho mejor antes, mucho antes, por allá de los sesenta, sentado tras los tambores de Genesis luego de que no fue aceptado en King Crimson. Y allí se debió de quedar.
- Corazón de Piedra. Sí, ya sé que a veces soy fan de lo cutre, barato, kitsch, naco, cursi o como quieran llamarlo, y también confieso que Lucía Méndez llegó a ser uno de mis primeros símbolos sexuales (miraba la telenovela Vanesa con mi abuelita nada más para ver la cortinilla de entrada y sentir como se me retorcían los intestinos), pero esta canción es demasiado. “Y es que sin ti-ii-ii, querido amor sin ti-ii-ii, no sé sobrevivir”... ¡por favor!
Creo que hasta aquí llego, pero como me gusta presenciar asesinatos al ocio, y mientras son más crueles, como decía el abuelo, mejor, acepto todo tipo de sugerencias para engrosar esta lista.

Friday, August 04, 2006

Entrevista

Hasta ayer, uno de los medios para los que colaboro estaba muy interesado en que me moviera para entrevistar alguno de los peces gordos de la política alemana. Lamentablemente, tomando en cuenta el hecho de que estaré próximamente en México, y que para sortear todos los filtros necesarios hasta llegar al célebre personaje en cuestión se necesita un tiempo bastante considerable, mis editores me comunicaron que mejor nos esperáramos hasta el año que viene, cuando regrese a vivir a Alemania. Si bien, mi buen amigo Y., tan apartidista de hueso colorado como yo, me sugirió una idea con la que, según él, infaliblemente me darían la entrevista en menos de un mes: “Lo que tienes que hacer es irte a Wilhelmstraβe, allí nomás, a un ladito del Reichstag, con tu carpa, tus almohadas y cobijas y hacer un plantón. Te pones allí, en medio de la calle. Total, los alemanes siempre andan trabajando, ¿no? Así que les haría bien un poco de vacaciones, o por lo menos alguien de cuando en cuando debería de joderles su civilizada vida un poquito y para eso, esta vez, estás tú. Así que te quedas ahí, de preferencia en compañía de algunos inmigrantes revoltosos que quieran unirse a tu causa, y entonces les enseñas a gritar: “Entrevista por entrevista. Pregunta por pregunta”, una y otra vez hasta que la Merkel y sus compadres atiendan a tus demandas y te presenten, en bandeja de plata, a la persona que buscas. Es más, verás que al final tendrás al parlamento entero a tus pies y en una de esas hasta te acaban entregando el peleado y archifamoso penacho de Moctezuma que poseen sus vecinos austriacos”.
Y luego nos reímos mucho, pensando en lo absurdo de la situación. "Hombre, ¿pues a quién en el mundo se le ocurriría hacer algo así sabiendo la cantidad de gente que sale perjudicada?", me dijo después Y.
.. y yo me seguí riendo.

Tuesday, August 01, 2006

...

Don Calladito, a quien le tomo prestado el link al siguiente banco de imágenes, tiene razón al decir: "cuando se trata de niños todo lo demás se vuelve irrelevante". De allí que no me tiemble la mano al asegurar que lo que sucede en otras partes del mundo es bastante más preocupante que el estado de mi convaleciente corazón, tu llegada a tiempo al trabajo, los plantones en el Zócalo, el nuevo disco de Thom Yorke y las entrañas de Fidel Castro.
Quiero pensar que todos esos infantes juegan ahora en un paraíso perdido y hermoso, el mismo en donde corren, desde hace años, los hijos que tú y yo nunca tendremos.
Para ellos, el silencio respetuoso y la esperanza que, pese a todo, se niega a desfallecer, tal vez solamente porque no sabe cómo hacerlo.