Monday, June 21, 2004

La flaqueza del bolchevique

Una Lolita arañando la amplia frente de un actor español llamado Luis Tosar, pegada como calcomanía en su rostro de malo, en el pedazo de oreja de izquierda que le falta, y también en cada poro de su cerradísima barba... Ni hablar, la mirada de la niña-mujer cautiva, menos, eso sí, que la Natalie Portman de The Professional de Luc Besson, pero más que otras que han querido bailar sobre la tumba de Nabokov. Y yo la observaba y pensaba en nada y todo, en que quizá, en un pedazo del espacio, existe la oportunidad de un amor sin tiempo, en que tal vez todos hemos deseado en algún momento, meternos en el cuarto de un/una desconocido/a para perder nuestra sombra y así tener un pretexto para volver de rodillas a rogarle a esa persona que nos la teja de nuevo a las plantas de los pies, para que no se escape, para que las manecillas se detengan de nuevo y el cucú deje de arrancarnos de nuestros sueños. A veces despertar es tan parecido a una pequeña muerte y tan similar a la mirada avejentada sobre la acera de un patio escolar. La nostalgia es peligrosa, y vuelve vestida de una deliciosa perversión que se peina con coletas, y si no me creen pregúntenle a un inusual bolchevique que se disecó por dentro...

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