Wednesday, August 25, 2004

I read the news today...

Antier toqué por primera vez A Day in the Life en el metro. Sí, lo sé, a mi pobre interpretación en guitarra acústica le faltan -además del estándar de bajo, guitarra de acompañamiento y batería- algo así como cuatro pianos y una orquesta completa. Pero no importa, es una de las canciones que más gozo tocando… recuerdo perfectamente la primera vez que la escuché. Tendría algo así como doce años y el buen G.B. se compró, todavía en acetato, el soundtrack de Imagine. Como era mi vecino, no era difícil que cualquier pretexto se tradujera en una reunión en la que sólo la música la hacía de aperitivo y plato principal. Nos juntamos, pues, en “la casita”, que era algo así como un hogar para muñecas instalado en el patio de mi casa de los Álamos, misma que alguna vez había servido de kindergarten de cuestionable reputación académica (al que obviamente asistí), y nos dispusimos a escuchar el disco completo. No sé por qué pero justo al momento en que el acorde en sol en la guitarra de Lennon empezó a sonar me dio por cerrar los ojos. Sobra decir que no pude abrirlos nuevamente sino hasta que al final del segundo Crescendo, cuando cada uno de los cuatro pianos Stainway es aporrado con furia por cada Beatle. Después de la experiencia no he vuelto a ser el mismo y hay ocasiones en que con solo oír la frase aquella de “I love to turn you on” todavía se me pone la piel de gallina. De hecho aun ahora me sigo preguntando si esta experiencia fue la que me arrancó a notas aquella otra ingenuidad, la construida por las canciones fáciles, melódicas y pegajosas. Y hablo de ingenuidades e inocencias porque A Day in the Life, al tenerlo todo, también es un tema que guarda una melancolía sublime, exasperante. Tal vez sea por eso que le sigo teniendo un cierto respeto y que hay días en los que de plano- como hoy, por ejemplo- no puedo permitir que se resbale por mis oídos, pues me provoca sensaciones encontradas, algo así como la mezcla de angustia y fascinación que tiene un niño cuando encuentra las revistas pornográficas de su papá… y en este martes gris y húmedo, sinceramente, como que no ando para esos trotes…

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