Friday, July 02, 2004

Yo, Cro-Magnon

"Plain women know more about men that beautiful ones do. But beautiful women don't need to know about men. It's the men who have to know about beautiful women". Kahtherine Hepburn. K. me extiende la nota y pone algo de sus ojos de gato sobre la mesa, junto al par de claras que bebemos. Curioso el que cite a la otra Hepburn y no a Audrey, de quien se confiesa fanática absoluta, y más curioso aún el que me haya regalado dicha frase a manera de consuelo, pues bien sabe que mi gran interrogante, interminable, infinita, fue, es, y será, el tratar de descifrar, aunque sea un poco, los códigos silenciosos de las mujeres. Nunca he conocido a una fémina en mi vida que no se guarde algo dentro, secretos con formas de telaraña que se pegan en los rincones más oscuros de su alma, símbolos crípticos que sólo ellas pueden descifrar. De nada sirve deseperarse, patalear, golpear las paredes o elevar el tono de voz, los secretos seguirán encapsulados y no existirá poder humano que los haga salir. A lo mucho habrá un pequeño asomo que durará menos que la sonrisa de un condenado a muerte, y además tampoco será desdoblado en palabras: su manifestación consistirá en cierta mirada, en la caricia al oído derecho, en un par de dedos deslizándose por la nuca. Y después, ante el ineludible interrogatorio, responderán frases cosidas a medias o preferirán cambiar el tema con una habilidad de estratega militar, sin inmutarse ante esa mirada que tan poco ha cambiado desde los tiempos del hombre de Cro-Magnon hasta ahora. Cuando pasa todo esto, a mí me dan ganas de tomar un par de lanzas, olvidarme de todo y salir a cazar un par de mamuts playeros, pero sé que ni así me podría desenredar de esta determinante conclusión: Las mujeres son como una novela de Hemingway, en donde siempre importa más aquello que no se dice...

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