Taba

México sigue doliendo, aquí güey, en medio del pinche corazón, nos decía “El Taba” ayer, con una seriedad que haría palidecer a Largo, el de los Addams. Creo que pude haber esperado una afirmación de este tipo por parte de cualquiera de los incontables mexicanos conozco en Barcelona, pero no de “El Taba”, pues del pequeño círculo de amigos chilangos que he hecho aquí, él es verdadero “duro”, el que lleva más tiempo recorriendo las calles barcelonesas, el que habla catalán con una fluidez que envidiamos los que apenas y sabemos escupir siusplaus y tallats. De hecho, mientras se señalaba con el pulgar su pecho, que por cierto es tan desproporcionadamente amplio como el de Blue Demon, sus ojos chiquitos brillaban, no por los dos petas y la cerveza que aniquiló en diez minutos, sino porque tenía ganas de llorar. Quihúboles mi Taba, le decía Ernesto, no te nos caigas ahorita. Sí mi Taba, hoy no es un buen día para llorar, replicaba yo con el alma estrujada y pensando, si este pendejo se quiebra, yo me quiebro. Pero entonces Taba volvió a ser “El Taba”, el que va saludando a las estatuas humanas y chuleando a las guiris que caminan por Las Ramblas con tal naturalidad, que pareciera que estuviese haciendo proselitismo, “El Taba” extraído de un tiempo indefinido, salpicado por dandis que peinan la Colonia Roma con el porte de Mauricio Garcés, “El Taba” gandalla que no se rompe, que se autoinmola para renacer de sus cenizas, que nació para un exilio incapaz de aceptar nostalgias. Nada más contéstanos una cosa Taba, le dijo Ernesto con una seguridad que nunca le había visto, una cosa que siempre he querido preguntarte, ¿por qué no has vuelto a México en seis años? Taba entonces se rió, con esa mezcla entre sorna y nerviosismo que ya es una marca registrada en su sonrisa, encendió un Fortuna y se paró de las escaleras del Plaza del Tripi en donde nos sentamos cada viernes. No fue hasta que vi las gotas de lluvia rebanando el suelo a nuestro paso, como moscas muertas o moscas asoleándose, que me di cuenta de lo poco que había llovido en el verano.