Tuesday, December 21, 2004

Existencia

Tengo un cigarro entre los dedos y una canción de Oasis, de las que menos me gustan, sonando en el fondo, en un fondo que parece un cíclope gritando o un grifo de agua que no deja de gotear. He aprendido demasiadas cosas para tan poco tiempo: De entrada que por más que quiera y por más que busque un traje color vino de los setenta, y por mucho que avance la ciencia, si me arrojara justo ahora de un edificio no me reconstruirían como a Steve Austin. No, señor. Mi cuerpo quedaría tumbado y roto en un fondo que parece cíclope callado o un grifo de agua que no podrá gotear más. También he aprendido que lo que más se parece a una tarde triste y fría de Barcelona es una canción de Elliott Smith en la que dice sentirse hermoso y no brutalmente horrible como antes, y que el mejor camino hacia la redención siempre se ocultará en un abrazo por el que se puede esperar todo el tiempo del mundo. Ahora sé que mis piernas, definitivamente y desde cualquier punto de comparación, son demasiado cortas y que la lucidez obligada por la ingesta de un antibiótico potente puede transformar cualquier fiesta, ya en una pesadilla, ya en un interesantísimo campo de estudio desde el punto de vista antropológico. Sé también que mi silencio y la ausencia de estas palabras quebradas no tiene una justificación plausible y que echo de menos lo que era hace cinco y diez años, y también lo que era ayer, pero sé, ante todo, que continúo trayendo un cigarro entre los dedos…